ALBERTO
NATALE
10/9/12
Palabras pronunciadas por Héctor Amez en el primer aniversario de su fallecimiento
Palabras pronunciadas por Héctor Amez en el primer aniversario de su fallecimiento
La vida pública
de Alberto Natale fue un fluir en el que las cosas se dieron casi naturalmente
, como si debieran ser por imposición de
una fuerza superior en la que no creía, casi sin esfuerzos mayores.
Desde muy joven, tenía
17 años cuando se incorporó al Partido Demócrata Progresista, en 1955, en la
primavera democrática que sucedió a la caída de la dictadura iniciada en 1943, comenzó
su militancia primero en los cuadros juveniles.
A poco andar y
tras la muerte de José Antelo, integró
la Junta Ejecutiva Provincial que presidió Alfonso Aletta de Sylvas, sin duda
el más activo y capaz dirigente después de Enzo Bordabehere en la organización
partidaria.
Le tocó a Alberto
sucederlo sin las dotes de Aletta, pero con un talento que lo elevó a los
cargos superiores por encima de correligionarios antiguos y respetados, que cedieron sus
posiciones en reconocimiento a su mérito.
Apenas se había
recibido de abogado, a los 23 años, cuando se incorporó al estudio del Dr.Camilo Muniagurria, y ya fue candidato a concejal de Rosario. Cargo en el que sería
electo a los 24 en una lista que compartí y que era presidida por Angel Moral.
Vinieron las épocas
difíciles del 73 y con 35 años fue candidato a gobernador pasando a la segunda
vuelta con lo que su nombre cobró aun mayor prestigio.
Todos sabemos
como terminó ese aciago periodo pese a todas las advertencias que se hicieron.
La violencia sin precedentes pudo ser evitada pero la hoguera se encendió.
Cuando se pensó
que podía empezar la salida, Alberto
aceptó la intendencia. Una obra de progreso de 22 meses transformó la
ciudad en un clima de concordia, en la
que se gobernó para todos y no se toleró una sola desviación de los principios
de la moral administrativa.
Desde 1985 y
durante 20 años desempeñó en cinco períodos una diputación nacional brillante
reconocida por propios y extraños.
Cinco veces fue
candidato a gobernador sin discusión interna y en ocasiones por la insistencia
de sus amigos que veían disminuidas las posibilidades sin su presencia.
Los amigos que lo
conocían bien a veces han pensado
que no dio toda la medida de sus
condiciones y por eso le han reclamado más en algunas ocasiones.
Su actuación no
se limitó a la militancia política y puede afirmarse que casi ningún demócrata progresista alcanzó su rango
en los ambientes académicos.
¿Puede afirmarse
que no cometió errores? ¿Acaso ha existido el hombre que no los haya cometido,
según la opinión de este o aquel?
Transitamos
juntos en el partido cincuenta años. Algunas veces hemos tenido opiniones
diferentes que no han alcanzado para afirmar una disidencia o siquiera una confrontación.
En los tiempos políticos
difíciles y peligrosos que vivimos lo
necesitamos. Ahora sólo tenemos su recuerdo y su ejemplo.
Alberto fue un
hombre íntegro, un demócrata cabal, el mejor de su generación y quedará entre
los prohombres del Partido Demócrata Progresista.
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