DIARIO TRIBUNA
Héctor R. Amez
El 12 de
octubre de 1928 –día en que asumía su segundo periodo presidencial Hipólito
Irigoyen- apareció en Rosario el diario Tribuna, como vespertino, para expresar
el pensamiento de los demócratas progresistas. Hacía poco más de un año que el
P.D.P. había reiniciado su actividad política, luego de años de abstención y meses de la derrota electoral de la fórmula
gubernativa Francisco Correa-Otto Gschwind, en la que el mejor candidato había
obtenido el menor número de votos: sólo 9.000 en toda la provincia (5.000 en
Rosario).
La
idea del emprendimiento editorial había nacido en una reunión realizada en el
estudio de Enzo Bordabehere, de la que participó un grupo de amigos del
Partido, ninguno de los cuales, salvo Bordabehere, pasaba de los 30 años de
edad.
Quedó
constancia en el acta de constitución que todos quienes quisieran colaborar
económicamente a la obra debían ser afiliados del Partido Demócrata Progresista,
pero el diario debía mantener su independencia de las autoridades del Partido.
Gracias
al esfuerzo denodado, producto del entusiasmo de los jóvenes idealistas,
comenzó la vida del diario. Dos meses después de su aparición, en diciembre de
1928, el doctor Bordabehere viajó a Europa, donde estuvo alrededor de diez
meses. Fue en ese ínterin que, confiando en el éxito creciente del tiraje, los
directivos cometieron el error de realizar una gran inversión en máquinas que
aumentò los gastos y desequilibró el presupuesto, colocando a la empresa al
borde de la quiebra. Las obligaciones del diario estaban garantidas por Mario Antelo, Enzo Bordabehere y Vicente Pomponio. Cuando fue necesario reforzar las
garantías, se acudió a Víctor Avalle, José Martín Olaeta, Alberto T. Casella,
Rafael Mancini, Lucas Sánchez e Isidro y José Carreras.
A
pesar de las economías introducidas, no fue posible eliminar el déficit
operativo del diario.
Una vez
instalado el gobierno del doctor Molinas, se entendió que se podía acudir a la
ayuda económica de funcionarios y empleados de alta jerarquía que accedieron al
gobierno, invocando el aporte que la acción del diario significó para el
triunfo del Partido. Pero fueron pocos los que respondieron. El Partido
contribuyó con la suma de $52.000.-, que se recibió como aporte de capital. lo
que se tradujo en la pérdida de autonomía de Tribuna. El problema subsistió y
se llegó a situaciones que pusieron al diario otra vez al borde de la quiebra.
Los
vendedores de las máquinas, que habían venido cobrando regularmente, a raíz del
atraso de una mensualidad por parte de uno de ellos, y en medio de
circunstancias que dividieron al núcleo fundador, llevaron a situaciones
difíciles que, a duras penas y por la acción enérgica de los doctores Bordabehere
y Pomponio fue posible resolver.
A
la muerte de Enzo Bordabehere, asesinado en el Senado de la Nación , ocupó la dirección
el doctor Vicente Pomponio, que era el subdirector.
Segunda parte
En
la década de 1940 Tribuna seguía siendo el diario vespertino de mayor tirada de
Rosario, habiendo llegado a 25.000 ejemplares por día.
Recordamos
que los editoriales estaban a cargo de Antonio Robertaccio y Virgilio Albanese
y entre los periodistas podemos citar a Fausto Hernández, gran poeta rosarino,
autor de Biografía de Rosario, Isaac
Efron, Cipriano Roldàn, Juan Pascual y Pablo Andrés Cribioli (estos tres
de Deportes), Justo Palacios, Julio Vanzo, los fotógrafos Joaquín Chiavazza y
Blas Persia.
En
su condición de vespertino, el diario tuvo gran aceptación entre los
partidarios del deporte, el fútbol particularmente, y las carreras de caballo.
Los canillitas voceaban: “Crónica (otro vespertino de la ciudad), Tribuna: “el
“fóbal” y las carreras”.
La
llegada de la “revolución de 1943”
aumentó las dificultades para la prensa libre, que se acentuaron con su
continuación, el régimen peronista. El 1º de junio de 1945 la Dirección de Correos y
Telecomunicaciones prohibió la circulación de los diarios El Progreso, de San
Nicolás y Democracia, de Junín. Eso se repitió con muchos otros órganos. El 1º
de julio de 1947 apareció un proyecto de ley para limitar a 8 el número de páginas
de los diarios..
La
campaña contra todos los diarios que no aceptaban convertirse en propagandistas
del gobierno arreció y el cierre de órganos de prensa, la no entrega de papel,
que administraba el Gobierno, fueron cosa corriente, que culminó con la expropiación de La Prensa , de Buenos Aires.
Tribuna
no fue la excepción. La
Comisión Bicameral Investigadora de Actividades
Antiargentinas, que había sido creada por el Congreso para impedir la
propaganda nazi, fue desvirtuada y en las manos de los diputados José Emilio
Visca y Rodolfo Decker fue un vehìculo para cerrar y suspender órganos de
prensa, no entregar papel para la impresión que dicha Comisión administraba.
El
diario sufrió una clausura y al reaparecer, siete meses después, publicó un editorial, que comenzaba con una
frase famosa de Fray Luis de León: “Como decíamos ayer..”, en el que se
anunciaba que iba a continuar su prédica democrática y comentaba la ruinosa
situación económica que se estaba gestando en el paìs. Eso sucedió el 18 de
agosto de 1949 y ese día el escribano Miguel Angel Telesca certificó que la
tirada del diario había sido de 31.330 ejemplares.
La situación se hizo insostenible.
Después de reclamar la entrega de papel a los importadores, habituales
proveedores, quienes contestaban invariablemente que sus existencias estaban
interdictas por la Comisión
citada y reclamarle a ella y otros organismos del Gobierno sin éxito, el 22 de
enero de 1950 se editó por última vez. Finalmente,
Tribuna fue entregada al personal y se publicó con el título de La Tribuna desde el 29 de
marzo de 1950. El lema que llevaba desde su fundación: “Los que saben a donde se
dirigen y van marchando por el camino recto no lo recorren solos durante mucho
tiempo” (frase de Lisandro de la Torre) fue entonces cambiado por otro: “Los que trabajan en
este diario participan con el 50% de sus ganancias”.